Emili Bosch y Malcus Codolà son b1n0, un tándem electrónico arraigado en la Bisbal que ha conseguido hacerse un sitio, con plena legitimidad, en la escena catalana. Entre la periferia y la música bailable, este proyecto nacido en plena pandemia ha conseguido trabajar en poco tiempo con artistas de la talla de Núria Graham, Tarta Relena, Fernando Palau, El Pequeño de Cal Eril o Pau Vehí (PHOAC). Exploradores impávidos de terrenos inhóspitos, b1n0 son más navegantes que músicos; más descubridores que productores. Ahora, después de bi (Foehn Records, 2021), trabajan en un nuevo EP que utilizará una voz creada con inteligencia artificial. Hemos conversado con la mitad de la formación.
b1n0 ¿es un proyecto ampurdanés?
Empordà es muy importante para nosotros porque, con la pandemia, ambos volvimos a La Bisbal, después de vivir diez años en Barcelona. Aquí es donde empezamos a trabajar en el proyecto que ahora es b1n0. Y volver fue un punto de inflexión muy importante porque pudimos centrarnos al cien por cien en esta aventura.
Hay quien dice que la comarca vive un dulce momento de eclosión artística.
Ahora mismo el Empordà está generando una increíble comunión de artistas. ¡No hace mucho me encontré a Sergio Dalma en el supermercado! [ríe]. En Bisbal hay una decena de músicos activos como Núria Graham, y en el resto de comarca tenemos los Cala Vento, Pau Vehí o los Playmodes, que hacen visuales. También está la Brava Performing Arts, una residencia de artistas. Se está cociendo algo muy importante, una especie de escena electrónica y artística llena de confianza.
b1n0 parece que se articule bajo dos directrices claras: la obsesión por el timbre y el atrevimiento a la hora de probar y experimentar con el sonido en el estudio.
Cuando entramos en el estudio a hacer el primer disco, no teníamos ni idea de cómo utilizar los aparatos que utilizamos ahora con normalidad. Tanto Malcus como yo somos muy obsesivos, cada uno en su terreno. Tardamos tres años en preparar el primer disco.
¿Y ser obsesivo ayuda en este mundo?
Es bueno hasta cierto punto. Hay momentos complicados, sobre todo en el proceso creativo, que hay muchos altibajos. Pero con Malcus tenemos suerte de ser buenos amigos, y poder decirnos las cosas en la cara. Esto hace que vaya todo muy rápido y sea fácil.
Debe ser importante, en una aventura dual como b1n0, este grado de afinidad casi fraternal.
Es muy bueno que nos tengamos el uno al otro, porque lo compartimos todo y tomamos decisiones que a uno solo le costaría decidir. A veces nos peleamos. Hemos salido del estudio llorando, o emocionados. Es todo parte del proceso. La música está hecha por eso, para compartirla.
Y la compartís, de hecho, a través de colaboraciones.
Nos encanta que la gente salga de la zona de confort y traerla a nuestro territorio sonoro. Por ejemplo, poner autotune en Graham o hacer que El Petit de Cal Eril rapee es muy divertido [ríe]. Ahora queremos intentar hacer menos colaboraciones. Para el nuevo disco hemos trabajado con un software de un equipo de Barcelona llamado Voctro Labs. A partir de la fusión vocal de Vehí, Núria Graham y Adriano Galante, hemos creado una voz única, con inteligencia artificial. Será la nueva voz de b1n0.
Sois algo cocineros. Cortáis, probáis, seleccionáis.
Somos chefs de cocina de vanguardia [ríe]. Nos gusta mucho trabajar en el error. De hecho, el disco que estamos haciendo ahora nace de esa «erratabilidad»: nos interesa la equivocación de la tecnología. Queremos jugar, desplazar cosas. Entendemos la música como una entidad viva.
¿Y cómo preparáis los directos?
Vamos alterando fórmulas, según la conveniencia: a veces somos tres, y otras hacemos el directo sólo nosotros dos. Esto último no hace que se pierda la esencia, porque Malcus es buenísimo y cubre, él solo, todo el aspecto de percusión. Es increíble, es un enfermo de la batería. Gran parte del directo es mérito de él. Es insustituible, ni por un ordenador.
¿Pensáis en el público?
Queremos que la gente disfrute y observemos mucho las reacciones de la gente. Parece que nos dirigimos a un sonido cada vez más bailable. Hagamos caso al público, pero sin pasarnos [ríe]. En el estudio, el público no es una prioridad. A los directos sí que nos gusta leer críticas de los conciertos. Para aprender. O por insultar a quien haya escrito según qué [ríe].
B1n0 no nace tanto de una necesidad de expresión, sino más bien de comprensión.
Hay muchos artistas que hacen música para expresarse. B1n0, en cambio, es un proyecto de larga distancia, sin compromiso más allá de saciar nuestra curiosidad y de querer aprender. Y si no funciona, daremos un paso atrás.
Se os ubica en la escena underground catalana. ¿Cómo os sentís con esta etiqueta?
Somos underground en Cataluña porque aquí no existen muchos proyectos de este tipo. Pero en Londres no lo seríamos. Las etiquetas se determinan por el contexto. No tenemos ningún referente sonoro catalán. Y probablemente tampoco español. En cambio, en Estados Unidos, Francia o Inglaterra hay muchos. Esperamos no ser underground dentro de unos años [ríe].
En b1n0 veo una ironía, un humor implícito.
Ambos somos muy irónicos, y que se plasme en nuestra música es algo que nunca nos habían dicho y que me gusta. Como personas, no somos nada serios, que no quiere decir que trabajando no seamos exigentes. Pero sí, b1n0 tiene una sintonía muy humorística. Somos honestos, y si nos gusta divertirnos, esto debe verse en nuestra música y sobre el escenario.