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A pie o en bici, siempre L'Escala

DOBLE PROPUESTA
Por Anna-Priscila Magriñà Fotos Yayoi Sawada

L´Escala tiene decenas de rincones para descubrir tanto si vamos a pie como en bicicleta. Para abrir el hambre podemos seguir la Ruta de los Masos, que nos transportará a los tiempos de la piratería. Si preferimos la brisa que otorga la bicicleta, la Ruta del Litoral nos premiará con una de las mejores vistas de la Costa Brava. Una u otra... ¡o ambas!

A pie por la Ruta de los Masos

Cuando los piratas ladroneaban por el Mediterráneo no se conformaban con los botines que conseguían en primera línea de mar. En cuanto atracaban el barco, corrían villa adentro para ver qué pescaban fuera del agua. Y, precisamente, alejada del agua es la Ruta de los Masos, que nos propone un paseo a pie alrededor de algunas de las masías más antiguas de L'Escala. Hay quienes, justamente para curarse en salud en momentos delicados, tenían torres defensivas. Ante masías como la de Can Reding, por ejemplo, nos podemos poner en la piel de los campesinos y campesinas del siglo XVII. Cuando se anunciaba la presencia pirata desde las otras torres de defensa, las que vigilaban las aguas del Mediterráneo desde la vista privilegiada de las montañas, todas las almas se encerraban entre esas cuatro paredes. ¡Y a rezar para que no les pasara nada!

No sufráis, que vosotros no estáis en peligro. Se trata de una excursión de dificultad baja y sólo necesitaremos protegernos del sol. Cargados con una mochila con un poco de agua y frutos secos para picar, nos puliremos los poco más de cinco kilómetros en menos de cuatro horas. El recorrido empieza en el aparcamiento de las masías de los Recs y, al ser circular, cuando lo acabemos no deberemos sufrir por cómo volver hasta el coche. La de las masías es una ruta perfecta para hacernos una idea de la Escalera más interior, siempre ligada a todo lo que nos trae el mar.

La Ruta del Litoral en bicicleta

Si no tememos a los piratas —ni a las dos ruedas—, también hay otra actividad muy recomendable. Es la Ruta del Litoral que, en dos horas que pasan volando, nos pasea por los mejores puntos de la costa escalera. Quizás alguien que hace tiempo que no toca la bici puede tener cierto pesar, pero sólo hay que arrancarse a pedalear para corroborar lo que nos recuerda la sabiduría popular: de ir en bici, uno nunca se olvida. Aunque esta excursión es de dificultad media, buena parte del recorrido es llano. Y, eh! ¿Por qué engañarnos? Si por alguna casualidad de la vida resulta que no somos atletas de élite, siempre podemos alquilar una bicicleta eléctrica. Lo hará todo más fácil y, de paso, divertido. Arrancamos la ruta en la playa del Riuet, pero enseguida nos vemos obligados a apartar la vista del agua para admirar las ruinas de Empúries protegidas detrás de las rejas. En este punto, el camino tiene la clemencia que regala la sombra arbórea y nos invita a detenernos para observar las dunas que nos acompañan, moldeadas por la fuerza de tramontana desde hace siglos. Cuando lleguemos al Lampadóforo, el monumento a la llama olímpica, la inclemencia del sol nos picará el corteza, pero un vistazo al paisaje que nos rodea enseguida nos hará olvidar el calor.

Una vez pisamos el núcleo urbano de L'Escala haremos bien en prestar atención a los carteles que nos indican por qué zonas podemos ir en bici y por cuáles no. Mientras dejamos el centro histórico para dirigirnos hacia el puerto, los amantes de la literatura estarán contentos de saber que pasaremos por delante de la Casa Museo Caterina Albert y que, unas pedaladas más adelante, encontraremos varios elementos escultóricos dedicados al mítico Principito del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry. Podéis hacer una parada, recuperar fuerzas e intentar encontrarlos todos. Sobre un viejo muro de piedra, el Principito observa la salida del sol. A sólo unos metros, el zorro contempla atentamente algo en el horizonte. Pero hay más. ¡Estad atentos! Una recomendación: si hacéis la ruta entera y no sois unos locos de la bici, dejádla atada por cala Montgó y seguid el recorrido a pie. Así, disfrutareis sin sufrir por la grava bajo las ruedas, que puede hacer malas pasadas. Si estáis acostumbrados a los estremecimientos de los caminos sobre las dos ruedas, ¡adelante!

En punta Montgó se erige, majestuosa, una magnífica torre de defensa desde la que precisamente se avisaba a pescadores y campesinos cuando había piratas a la vista. Es del año 1598 y se encuentra en bastante buen estado. No hace falta que nos despedimos, porque la volveremos a ver al final de nuestro recorrido, cuando llegaremos a punta Ventosa. Y, ay, Punta Ventosa. ¡La guinda del pastel! Desde ahí, las vistas son imponentes, salvajes e inspiradoras. Notará que el Mediterráneo se despliega a sus pies y quizá le haga sentir pequeños, pequeños, pequeños. Si habéis sido previsores, os alegraréis de haber envuelto un bocadillo que os renovará fuerzas para volver hasta la bici; trece kilómetros abren el apetito a cualquiera! Seguro que este será el tentempié con una de las mejores vistas de su vida.


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