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Carlus Trijueque: el pastor de les Gavarres

UN REBAÑO DE SU SELECCIÓN, UN BOSQUE EN EL EMPORDÀ Y SUS PERROS LEALES: EN CARLUS TRIJUEQUE VIVE LA VIDA LENTAMENTE
Por Stephen Shemella Fotos Andrea Ferrés

En medio de la rápida aceleración tecnológica del siglo XXI, el bosque, el ritmo pausado y cíclico de la Madre Naturaleza aún pervive. Después de sólo unos días junto a este joven pastor, no queda ninguna duda del amor que siente por su trabajo. Con un vistazo a la tierra conoce la estación del año, escruta el aire para saber del clima y el sol le informa de las horas del día. Y es que en Carlus es consciente del valor de los elementos que conforman su vida; el bosque, el rebaño y el pastor conviven en una armonía perfecta y, sin el trío, ninguno podría existir.

Decir que todo comenzó hace algo más de 6 años, cuando en Carlus se volvió pastor a tiempo completo, nos explica algunas ideas cruciales del sentido que tiene para él su trabajo. Criado en Palamós, desde muy joven acompañaba a su padre en Les Gavarres, y desde entonces ha sabido que el bosque tendría un lugar en su vida. Pero unos años después se alejó y terminó pasando todo su tiempo bajo las «normas» estrictas de la realidad cotidiana, sin la libertad de conectar con la naturaleza que tanto había apreciado. Así, entre los 17 y los 19 años, comenzó la carrera de Biología y se apuntó a un programa forestal, pero no continuó porque estos estudios le recordaban demasiado las vivencias del pasado que estaba tratando de evitar. Más adelante, la cestería, la cría de animales o la agricultura serían aprendizajes que el prepararían para lo que estaba a punto de llegar.

Cuando en Carlus era un hombre joven que se enfrentaba a los miedos de comenzar una nueva vida por su cuenta, decidió tomarse un año sabático. Y es en estos momentos, viviendo solo en la orilla del mar en una antigua cabaña de pescadores construida en una cueva, que deshace los nudos de las duras expectativas que impone la vida de cada día. Poco a poco reconecta con la naturaleza: se baña en el mar a medianoche, cuida de su huerto y se encuentra solo con sus pensamientos. Sus miedos amainan, pero aún no del todo. Una noche, al abrir la puerta de un túnel, con el reflector de un barco en la espalda, siendo una presencia y todo se hace evidente. Sol en la cabaña, atónito, ve como se yergue frente a él, a tamaño real, la sombra de un hombre. Todos los miedos, contenidas en esta sensación específica, le dieron en ese punto la respuesta que había estado buscando. En Carlus Trijueque se convertiría pastor.

Desde el cambio de siglo, en Carlus estuvo trabajando con animales y haciendo todos los preparativos para realizar su sueño, ya lo largo de diez años fue bendecido con dos criaturas y una vida que se iba engranando para convertirse en todo lo que él esperaba. En 2010, de acuerdo con el propietario de unas tierras en las Gavarres, adquirió dos ovejas y cinco cabras, y pasó a ser pastor a tiempo completo. Los gastos que conllevó el arranque de esta aventura lo llevaron a pedir créditos, algunos de los cuales todavía está devolviendo. Y mientras hace crecer el rebaño paulatinamente haciendo criar las ovejas que serán las mejores madres -y asimismo con los marrans-, en Carlus convive con una cabaña de más de 300 cabezas y con cinco perros pastores; pero no con su familia. Aunque viven cerca, apenas fuera del bosque, es difícil conciliar la vida lenta de un pastor nómada y el ritmo acelerado de la sociedad. Que nadie espere que acuda a una cena previamente reservado, por ejemplo. Las únicas citas que cumple son las concedidas a su rebaño: encontrar prados nuevos donde pastar, prestar especial atención a los recién nacidos o proteger a los animales frente a las pérdidas o los peligros. La práctica de pastar durante todo el año es un método que permite que las ovejas y las cabras se alimenten de las mejores hierbas orgánicas cogiendo directamente de la tierra. Y sin tractor y, hoy en día, sin la posibilidad de trabajar determinadas tierras que antiguamente había cultivado, el nomadismo se hace necesario durante los meses de invierno.

Si le pedimos a en Carlus que es lo mejor de ser pastor, nos dará una respuesta sencilla: Nada se pierde, cada día se vive. La experiencia cotidiana del sol, la tierra, los árboles y los ríos, la lluvia, los pájaros, la tramontana. La vida que existe se disfruta al máximo, cada día. Por otra parte, la peor parte de ser pastor es la falta de recursos. Mientras nos guía a través de Les Gavarres, nos señala algunas pastos y rememora vivencias. Pasamos por un campo y nos cuenta que allí sus hijos aprendieron a conducir el tractor con el que cultivaba la tierra y que, por el impago de sus deudas, acabaría perdiendo. Debido a ello, además de los cambios en los acuerdos respecto a la propiedad, aquel y otros terrenos quedaron fuera de su alcance y ya no pudo cultivarlos, por lo que la posibilidad de mantener un rebaño grande sin moverse de alrededores fue más remota. Y aunque la vida lenta de un pastor nómada no es fácil de conciliar con el día a día de los niños que van a la escuela, hacen obras de teatro o juegan al baloncesto, en Carlus tiene el firme deseo de desarrollar un ritmo sostenible que permita incorporar todos los aspectos de una vida saludable. Por suerte, esto ya no le queda muy lejos.

Pronto dará el siguiente paso en su proceso: ganar suficiente dinero con el rebaño para asegurar la salud y el bienestar, y a la vez disponer del tiempo suficiente para cultivar los campos del entorno y poder alimentar a los animales. Y el alcance de su sueño da cabida a un tractor, que permitiría trabajar grandes extensiones de pastos con las manos de un solo hombre. En Carlus tiene sus ideas sobre cómo desarrollar al máximo la salud del trío, pero con sólo una persona a cargo de trescientos reses avanza lentamente. Con todo, el hecho de haber pedido ayuda ha acelerado un poco el paso y, así, el rebaño permite apadrinar un cordero o un cabrito, acompañar su crecimiento hasta la edad adulta y recibir la carne llegado el momento. Y como es habitual en la mayoría de inversiones, el hecho de pagar por adelantado garantiza que tu animal te llegará con el máximo cuidado. Asimismo, en Carlus ofrece actualmente la posibilidad de «pasar un día con el pastor», para aprender sobre la vida de un pastor nómada, y también imparte talleres de urdimbre. Conviene destacar que este intento de conseguir ingresos tiene que ver sólo con el objetivo de mantener el bienestar y la salud del ganado, ya que eso es todo lo que un hombre dedicado a sus animales desea. Para saber más o apadrinar un cordero, visite el web ramatdefitor.cat.//