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ADÉNTRATE EN EL ARTE Y LA CULTURA DEL EMPORDÀ A TRAVÉS DE SUS PERSONAJES

Itinerario Megalítico de Romanyà de la Selva

UN VIAJE EN EL TIEMPO A TRAVÉS DE LAS PIEDRAS
Por Ignasi Rifé Fotos Javier Almar

En una acogedora cafetería de Santa Cristina de Aro me cito con Javi, buen fotógrafo y mejor amigo. Con el encargo bajo el brazo de hacer un reportaje del itinerario megalítico de Romanyà de la Selva, y sin demasiada prisa en la mochila, aprovechamos para divagar un rato mientras nos dirigimos al aparcamiento desde donde empieza la ruta. Hablamos de trabajo, de las vacaciones que se acercan, de los proyectos que nos ilusionan… de esas pequeñas preocupaciones que llenan de mundo el día a día de nuestras vidas.

Empezamos a andar bajo un agradabilísimo sol que nos acompañará a lo largo de la tarde, el paisaje se quiere hermoso hoy. Casi sin darnos cuenta, un frondoso bosque típicamente mediterráneo nos rodea por los cuatro costados: encinas sureras, abundantes retamas que amarillean los matorrales, romero, tomillo… Andamos unos minutos en silencio apartándonos del ruido mundano para conectarnos con aquello que nos rodea y, por transferencia directa, con nosotros mismos. Nos sumergimos, encantados de hacerlo, en el misterio del bosque; nos preparamos para hacer un viaje en el tiempo a través de las piedras, un viaje donde la muerte ha de ser la máxima expresión de la vida.

El primer parón nos transporta más allá del siglo III a.C. Encontramos una cista megalítica rectangular compuesta por 13 losas de granito clavadas verticalmente, las piedras que componían la cubierta restan esparcidas alrededor de lo que en su momento fue un monumento funerario de un solo uso y para un solo cuerpo. A saber que secretos esconden estas rocas, en ellas yace el espíritu de los que nos antecedieron, se respira magia en esta arboleda. Al poco rato nos encontramos en medio del camino una encina surera de grandes dimensiones, símbolo del que ha sido, y sigue siendo, uno de los motores industriales de la zona: la comercialización de corcho para todo tipo de productos. La dimensión del árbol pone en su sitio nuestra dimensión en relación con lo que nos rodea; la humildad bien aprehendida nos ayuda a crecer.

Con Javi seguimos divagando, ahora sobre la relatividad de nuestras preocupaciones, acerca del grado de importancia que damos a las cosas que creemos importantes. La senda, que lleva por banda sonora un montón de pajaritos embriagados de primavera, nos trae ahora hasta un cúmulo de grandes piedras, apiladas unas encima de las otras. La máquina del tiempo se para aquí alrededor del siglo II a.C. Se trata, probablemente, de un sepulcro colectivo. La redondez y disposición de las piedras transpiran un halo festivo, una especie de celebración de la vida. Contrasta este paraje con el siguiente, el cementerio de Romanyà de la Selva, un recinto rectangular delimitado por un muro de piedra y conectado con el más allá a través de cuatro grandes cipreses. Aquí yace el cuerpo de la famosa escritora Mercè Rodoreda. Hacemos nuestras sus palabras: “Que m’enterrin on em mori. Tant me fa. (…) La mort amb la seva infinita grandesa et para el cor i et dóna a la terra, sigui d’on sigui. (…) Si l’anima va pel cel, perduda, la vull entre estrelles, arrapada a la lluna com un gat rabiós”.

Nos acompaña cierto recogimiento hasta llegar al último punto del itinerario, el Dolmen de la Cova d’en Daina. Monumento del siglo II a.C. formado por una estancia funeraria de grandes dimensiones compuesta por 10 losas de granito, rodeadas por un túmulo circular y este por un anillo de contención de 37 losas más.  En su interior se enterraban de manera colectiva, múltiple y sucesiva los difuntos junto con sus objetos personales con tal que los pudieran usar en la otra vida. Con Javi nos reímos imaginando que objetos nos llevaríamos hoy.  La integración del monumento con el espacio que lo rodea es realmente harmonioso, nos quedamos un buen rato observando con cierto asombro su belleza desde múltiples ángulos. A decir verdad, el paseo se nos hace corto, y mientras retomamos la charla acerca de esas grandes oportunidades que llenan de vida el día a día de nuestro mundo, nos citamos para el siguiente fin de semana en el mismo lugar, esta vez con nuestros hijos, una fiambrera repleta de víveres y las mismas ganas de retomar esta humilde celebración de la vida.//