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¿Sueñan los griegos en calas ampurdanesas?

RUTA POR EL CAMINO DE RONDA, DE PALAMÓS A PLAYA DE CASTELL
Por Òscar Marín Fotos Flaminia Pelazzi

Soñaba con una playa griega paradisíaca, pero me quedé en una luminosa cala palamosina. La pandemia no recomendaba alejarse demasiado, y ésta fue la excusa perfecta para quedarse a hacer turismo cerca de casa. Y qué placer redescubrir que nuestro pedazo de Mediterráneo no tiene nada que envidiar a las costas más orientales de este mar.

Tres kilómetros y medio casi nuevos, bien arreglados, que invitan a ser descubiertos con nuevos ojos y el corazón abierto. Es lo que nos espera en el camino de ronda que sale de Palamós y lleva hasta la playa de Castell, una ruta que el Ayuntamiento ha ido adecuando en los últimos tiempos y ha reforzado, incluso, con una app propia: “Palamós , Ronda de Mar”. Seguir el camino es ahora más fácil que nunca, y merece la pena, porque la excursión ofrece muchas recompensas, especialmente hacia su tramo final, como también ocurre con los mejores libros y películas.

Con la nueva app en la mano, me dispuse a redescubrir la “ronda de mar” del municipio, saliendo del Port Marina, el centro de ocio náutico construido sobre una antigua zona de calas y cobijos de pescadores (veréis una foto de época en la aplicación). Haciendo camino, las primeras calas que encontramos son la de los Pots y Margarita, ambas con una historia bien curiosa, ya partir de aquí nos adentramos en un pinar joven que es a la vez un mirador privilegiado del litoral: el Parque Urbano de Cap Gros . Sorprende saber que, donde ahora está este bosque, se cultivaban viñedos, olivos y cereales hasta mediados del siglo pasado.

Gaviotas, cormoranes y charranes sobrevuelan este litoral y parecen querer explicarnos lo que encontraremos justo al otro lado del cabo Gros. Allí comienza la extensa cala Fosca, un arenal donde vale la pena detenerse a tomar un café o tomar un refresco mientras leemos en el móvil detalles sorprendentes de esta playa que ya atraía a turistas a principios del siglo XX. Desde aquí, un canal balizado con boyas (Vía Azul) marca a los nadadores el camino para llegar a la playa de Castell, una experiencia extraordinaria para los amantes de la natación en aguas abiertas y de la biodiversidad submarina. Nosotros seguimos el camino por tierra firme y pronto llegamos a las ruinas del castillo de Sant Esteve, datado del siglo XI, pero construido sobre un asentamiento romano. ¿Sabías que un “príncipe” ruso compró la fortaleza para restaurarla, pero murió en un accidente en 1935? La cosa se pone interesante... y el camino de ronda también. Atravesamos el agradable pinar de Gori y nos detenemos para disfrutar de la vista: ya se divisa la bonita cala s'Alguer y, más allá, el Espacio Natural Protegido de Castell – Cap Roig.

Acompañados en todo momento por el rumor de las olas, pasamos junto a las barracas de cala Pallarida y pronto llegamos al punto estrella de la caminata: la cala s'Alguer. Como algunas de las calas griegas que muchos hemos soñado visitar, ésta también ocupa un lugar privilegiado en Instagram (#calasalguer). Sus casitas blancas de puertas y ventanas coloreadas la convierten en un rincón fotogénico y memorable. Sentarse a contemplar el horizonte, sin compartir ninguna foto en las redes, también es una opción saludable. Este conjunto de barracas de pescadores bien integradas en el paisaje fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional en 2004.

Siguiendo el refrescante camino de ronda llegamos al paraje de Castell, que estuvo a punto de convertirse en una gran urbanización con hotel y campo de golf. Por suerte, la movilización popular detuvo el proyecto y hoy podemos disfrutar de una de las últimas playas vírgenes de la Costa Brava. No sólo los bosques, acantilados y calas que rodean el paraje merecen una visita. También hay que descubrir el poblado ibérico de Castell, que data del siglo VI aC; uno de los yacimientos con mejores vistas de Cataluña. Y si le gustan las anécdotas artísticas, debe saber que el antiguo estudio de Josep Maria Sert, que se encuentra a pie de poblado íbero, fue lugar de encuentro de personajes como Coco Chanel, Marlene Dietrich, Luchino Visconti o Salvador Dalí.

Quizás lo tenemos que pensar dos veces antes de desear playas lejanas, cuando cerca de casa tenemos tan valiosas y llenas de tesoros naturales y patrimoniales. Lo que hace falta es hacerlas valer, y municipios como Palamós ya lo están haciendo. ¿Quizás algún día serán los griegos quienes sueñen en playas ampurdanesas?

www.visitpalamos.cat

Código QR app “Palamós, Ronda de Mar”