Después de pasar el pueblo de Besalú subimos caminos rurales para llegar a una masía en obras. Encontramos a Oriol Roselló y Carla Graboleda, los arquitectos de Bangolo, entre albañiles y carpinteros. Nos invitan a subir las escaleras hacia el segundo piso para observar la bóveda catalana y los pilares con cal, que se conservarán en el nuevo edificio. "Lo importante es la esencia del lugar. La arquitectura anónima siempre se ha adaptado y ha seguido un flujo constante. Cuando las necesidades cambian, la masía también cambia " nos dice Roselló.
¿Qué es lo primero a tener en cuenta cuando comience un nuevo proyecto?
El cliente. Nuestro reto es adaptar la masía a sus necesidades y a sus gustos. También nos marca el grado de sostenibilidad que quiere dar a la casa. Un cliente con conciencia ecológica renunciará a varias comodidades que otro cliente quizá quiere mantener. Nunca imponemos nada, es el propietario quien marca la dirección y nosotros vigilamos que los principios no se pierdan por el camino.
¿Cuáles son esos principios?
Al principio no los teníamos claros, fue un proceso de descubrimiento. Al restaurar masías me di cuenta de la importancia del conocimiento que tiene el albañil como artesano. Sentía la necesidad de romper con todo lo preestablecido por la academia. En 1999 fui a Bangolo, situado en Costa de Marfil (África), con un proyecto de colaboración con Arquitectos Sin Fronteras (ASFE). Aquí aprendimos a sustituir el manual por la experiencia: aprovechando el material local, trabajando con gente de la zona y además conocí los valores comunitarios y sociales que se esconden detrás de las técnicas de construcción tradicionales. Recientemente, trabajar con los hermanos Roca haciendo el Ágora del Mas Marroch, nos ha ayudado a definir claramente estos principios basados en: low-tech, utilizar materias primas poco manipuladas y sin impacto medio ambiental; Km0, maximizar los materiales cercanos y los artesanos locales; recuperar la tecnología "pasiva" propia de las construcciones preindustriales, como la ventilación y la luz naturales; y construcciones atemporales, que contextualizan con el territorio y disfrutan de un envejecimiento noble.
Parece contradictorio cuando decís que hacéis arquitectura tradicional y contemporánea.
La cúpula de los hermanos Roca me ha hecho ver que las técnicas tradicionales tienen un papel muy importante en la arquitectura del siglo XXI. Hace 22 metros de diámetro por 10 de altura. Con una base de piedra seca, se levanta sobre madera maciza y entramado vegetal. Es el primer edificio monumental y de empleo público de Europa construido desde los cimientos sin hormigón ni acero. Creo que el conocimiento ancestral de nuestros antepasados combinado con la tecnología actual es la única alternativa sostenible. De hecho, existen varios arquitectos de todo que utilizan soluciones de técnicas tradicionales para una nueva arquitectura sostenible.
Cuéntanos qué es la arquitectura de km0.
Consiste en recuperar los signos de identidad local y la tecno-diversidad, dos elementos que se pierden en la bioconstrucción. Esto significa que si estás en Banyoles, usarás la losa de Banyoles, que genera unas técnicas muy concretas que no se encuentran ni en Olot, ni en Figueres, solamente aquí. Esta tecno-diversidad es importante porque contextualiza y arraiga culturalmente el territorio. Además, a través de la arquitectura de km0 se rompe con el transporte horizontal y se recupera la trazabilidad de los materiales, reduciendo en gran medida las comisiones de CO2. Si el arquitecto apuesta por km0 estará contribuyendo a recuperar un paisaje productivo y revalorizará la comunidad.
Como relaciona Bangolo el edificio con el paisaje?
El clima mediterráneo prioriza el espacio intermedio. Durante las estaciones de otoño y primavera, por ejemplo, hay más necesidad de habitar un espacio que no sea ni dentro ni fuera. Además el límite interior y exterior de la casa es mucho más que la piel que los separa, es también la pérgola que instalas a mediodía o el árbol que plantas ponente.Lo que intenta Bangolo es que el tráfico entre el confort del interior y la intemperie del espacio exterior sea muy gradual. El trabajo del arquitecto, en este caso, es hacer que el paisaje sea habitable. El refugio en la sombra o el cobijo que nos da un árbol representa este mínimo confort que el paisaje proporciona. Esto les indígenas catalanes lo tenían muy claro. En Mallorca, por ejemplo, plantaban tres albaricoqueros en el campo de trigo porque es el único árbol que aguanta el secano al tiempo de la siega. Así, cuando segaban podían merendar tomando su fruto y descansar a la sombra del árbol. Esta experiencia es un saber mucho más sofisticado de lo que pensamos. Y eso se está muriendo. Hemos perdido el conocimiento del indígena.
Crees que se podrá recuperar este conocimiento?
Soy optimista, creo que es inherente en nosotros y si los arquitectos se permiten ser creativos a partir de unas limitaciones a la hora de construir, como las técnicas tradicionales o el km0, lo recuperaremos. Los albañiles también ven que es muy difícil competir en la industria de la construcción urbana y deben tener un plus. Esto significa volver a las técnicas de siempre, lo que llamo ser un albañil indígena.