Este año hace cincuenta años que grabó con su guitarra por primera vez. Era en 1965, y tenía 15 años. Este verano, hace quince años que Toti se instaló en un pueblo ampurdanés: Palau-sator es ahora su hogar.
Cómo llegaste en el Empordà?
Me instalé en 2000. Estaba solo: "Hola y adiós", me decían. Sólo conocía acCatalina -que tenía una casa-, la Francisqueta de la tienda del pueblo y los de los restaurantes. Quizás durante tres o cuatro años. Un buen día, el Pedro del restaurante Satorre me dice "quieres venir a una barraca?". Ostras, lo consideré una entrada en sociedad. Hicimos una comida y luego me puse a tocar Bach. Los encantó. Entonces toqué el Vinya Laia, que es más aflamencado. Fue una explosión de fiesta. Me cogió la guitarra, comenzaron a cantar sus canciones de taberna ...
Cómo es vivir en Palau-sator?
Aquí, no me siento solo. La ciudad es tanta gente y tantas cosas ... que al final tengo sensación de soledad, mientras que en Palau Sator estoy en mi ambiente. Este campo, cuando el cielo está limpio, cuando ves el Canigó y el Montgrí. He hecho tantas fotos! Hay que pararse para captar la belleza ... Evidentemente, si no puedes pararte, tener tiempo para observar, pensar, no puedes crear. No se puede capturar la belleza yendo deprisa.
Cómo se encuentra la música para hacer una canción?
Estoy leyendo un poeta, y de repente tropiezo con un poema y digo: qué bonito. Sigo. Y al cabo de un rato, vuelvo a aquel poema. En la tercera, ya cojo la guitarra y digo que se debe hacer una canción aquí. Es algo que te llama. El poema ya me ha hecho media canción.
Háblame de los comienzos ...
También tocábamos con amigos, hacíamos jazz, bossa nova, música brasileña. Esto era a finales de los sesenta. Fui a Londres a estudiar guitarra clásica. Era el 1969, y yo estudiaba Bach en Londres ... Aguanté un trimestre y dije "yo vuelvo". Con el dinero que me quedaban compré una guitarra eléctrica y un pedal wah-wah -que aquí aún no se veian-. Con Jordi Sabatés y el Romano Escaleras, flautista buenísimo, montamos un grupo que se llamaba Om. Hacíamos jazz-rock. Como si fuera un rock intelectual. En aquella época estábamos locos por escuchar una guitarra eléctrica -en la televisión no sentías más guitarras eléctricas. Y ahora no paramos de oír! Mi amiga Catalina decía: "Que los dioses no te concedan tus deseos!" Y mira, cuánta razón tenía. Te los conceden y entonces te arrepientes ...
Así que no está tan bien el panorama musical ahora?
Cuando los artistas son buenos, todas las músicas son buenas. La música más comercial hecha por un buen artista, es una maravilla. Michael Jackson hace una música súper comercial, pero es bueno. El problema no radica en la música, sino en los músicos. Qué pasa, que tenemos una influencia americana a tope? Sí ... Y también la teníamos en mi época. Pero entonces había más variedad.
¿Qué nos queda aquí?
Hablando de eso, a estas barracas que voy, que me han descubierto aquí en el Empordà, cuando de vez en cuando cantamos canciones de estas nos decimos: "¿Qué? Pasamos el charco? ". Pero básicamente, lo que cantamos siempre son canciones de taberna. Que esto es único y extraordinario. Y mucha gente de aquí no sabe ni que existen.
Para despedirnos, tienes alguna anécdota con algún personaje del Empordà?
Fui a tocar en casa de Dalí con mi hija, Laia, que tenía 3 años. Conmigo fue una persona absolutamente normal, agradable, simpático. Cantamos juntos! Yo tenía al lado un camarero derecho, con una bandeja con champán rosado ... Y la Gala: "¡Esta niña que se calle, y tú, bebe y canta!". Habíamos cantado canciones populares ... A dos voces todo esto! Él, contentísimo. Ella, en cambio, amargada y celosa de una niña de 3 años. Claro, Laia era toda juventud. Ella ya no tenía esta juventud. Yo también pienso que ya no la tengo, pero sí me siento joven por dentro. Tengo ilusión y disfruto de todo. Soy feliz aquí, en Palau-sator. Es una maravilla vivir aquí. Este verano hará quince años que vivo. Pero ya hace muchos años que venía aquí, en casa de Catalina, que éramos muy, muy amigos. Un tesoro de persona. Tengo el medio haiku que me escribió, poco antes de morir. Lo dice todo de mí: "La música del Toti Llueve el sonido del alma."