Una frondosa vegetación de ribera custodia la riera de Llémena en el valle del mismo nombre, entre el Gironès y la Garrotxa. Son fresnos, olmos, arces blancos, plátanos y también chopos que hoy que hace viento esparcen sus semillas con una silenciosa lluvia de algodón. Una imagen poética que añade más magia al lugar donde nos encontramos, L'Arbreda, una antigua masía del siglo xvii que hace unos años que ha recuperado la vida agrícola y ganadera. La gestión sostenible que realizan empieza a dar frutos: aceites, quesos, mieles, mermeladas, carnes y vinos que comparten la mejor calidad y un sello de nombre inolvidable, L'Amant.
Cuando Isaac Parés puso los pies en esa finca rodeada de bosques y riscos se enamoró. El gerente de Gosbi, empresa especializada en comida gourmet para animales, pensó que era el sitio idóneo para abrir el refugio para perros que imaginaba hacía tiempo. Sin embargo, aquella primera idea evolucionó rápidamente hacia otra más adecuada al entorno: sería un refugio, sí, pero para especies catalanas autóctonas en peligro de extinción. Justo entonces llegó la pandemia, que nos encerró tantas horas en casa, y el equipo las aprovechó para redondear el proyecto: también apostarían por una gestión sostenible de la finca para que agricultura y ganadería fueran ambas partes de un todo.
Así lo explica Raquel Mora, la responsable de la masía, maravillosa anfitriona y guía que hoy nos pasea arriba y abajo. Encomienda su ilusión por la transformación que ha vivido el paisaje: del desorden y los zarzales al mosaico ordenado de olivos y truferas, el huerto rodeado de plantas aromáticas y los encerrados de los ilustres habitantes. Los repasa como quien pasa lista en clase: «Tenemos ejemplares de vaca de la Albera, vaca parda y vaca pallaresa… Oveja aranesa, ripollesa y chisqueta… También ejemplares de cabra de Rasquera, la reconocida como autóctona… Allí está el caballo del Pirineo y, más allá, el burro catalán. Tenemos la gallina ampurdanesa, la flor de almendro, la del Penedès y la de El Prat. Y ejemplares de oca ampurdanesa, como ésta». Por el griterío y el tendido de alas, supongamos que no le complace mucho nuestra presencia, en el ganso. «Son muy territoriales», ríe Raquel, «en las masías las tenían precisamente por su función protectora». Sigue intacta su vocación guardiana, en este pequeño mundo donde se trabaja en ecológico.
Los olivos y las ovejas. Habrían podido plantar los olivos de la variedad curva a poca distancia unos de otros como se hace habitualmente, «pero hemos dejado más espacio para que puedan pasar los rebaños de ovejas; ellas nos hacen el cortado de la hierba mientras van comiendo y fertilizan el suelo con su estiércol».
El bosque y la vaca de la Albera. Esta fabulosa raza les ayuda a gestionar las 50 hectáreas de masa forestal que les rodean y reducir el riesgo de incendio, porque su hábitat natural es la montaña, no el prado: «Debemos cambiar el chip y pensar que quizás no interesa por criar terneros, esa vaca, pero sí por esa función ecológica tan valiosa».
El huerto ecológico y las gallinas. «Tenemos unos gallineros móviles que vamos moviendo cuando el huerto está a pleno rendimiento. Con ellos se mueven las gallinas y así desparasitan y fertilizan.»
El ciclo del agua. Todas las aguas de la finca van a parar a una depuradora ecológica y después a una pequeña balsa, «y ésta es el agua que utilizamos para regar».
La conclusión es que si agricultura y ganadería van de la mano, se evita la compra de muchos recursos externos o industriales que ya se obtienen de forma natural. «Los residuos se convierten en recursos», resume Raquel, que solo tiene buenas palabras para los técnicos que les asesoran a cada paso.
Productos artesanos con sentido
Quizás la hoja de ruta inicial no lo preveía, pero era evidente que L'Arbreda tomaría forma con pequeñas delicias artesanas. Así fue. De momento, comercializan el aceite de oliva virgen extra L'Olivina, los quesos de leche cruda de vaca y de cabra L'Aubreda, la ternera L'Atrevida, las mieles L'Anhel, las mermeladas L'Antull… L' Amant es el sello que las abraza todas, también las que no se elaboran aquí, pero que, como éstas, buscan la excelencia respetando los ciclos naturales y el ritmo de la naturaleza. Es el caso de Vins de Taller, una bodega ubicada en Siurana d'Empordà que se ha integrado hace unos meses.
El futuro de la masía
Acabamos la visita frente a la vieja masía y la antigua paliza. Están en obras y es fácil adivinar su futuro. «Hay una distancia muy grande entre el mundo urbano y el rural», hace Raquel, «y queremos acortarla con el hotel y el restaurante». Recita un montón de experiencias que los huéspedes podrán vivir en la quesería, en el huerto, con la miel, con el aceite… «Les invitaremos a cosechar aceitunas por la mañana ya llenar su propia botella de aceite por la tarde» . Divulgar por valorar, valorar por amar.
Nos vamos de L'Arbreda con media docena de alcachofas recién recogidas. Son firmes, brillantes y redondas como este proyecto que alimenta el amor por el territorio ll