«Todos los diarios deberían anunciar sin cesar, en vistosos titulares, que vamos a la catástrofe total. En un par de generaciones, la sociedad humana organizada puede dejar de existir. Esto se debe perforar constantemente en las cabezas de la gente. Al fin y al cabo, no ha habido nada parecido en toda la historia humana. La generación actual tiene que tomar una decisión, (...) y se debe tomar rápidamente, no hay mucho tiempo». (1) Son palabras de Noam Chomsky, lingüista, filósofo y activista estadounidense, en una entrevista reciente. También añade: «Es imposible exagerar la increíble naturaleza del reto al que nos enfrentamos. El calentamiento global es ya un factor primordial en la extinción de especies en curso, que lleva un ritmo nunca visto en 65 millones de años. No podemos tardar a cambiar radicalmente de curso para evitar una gran catástrofe».
Pero, ¿por dónde empezamos? Sandra Díaz, bióloga y coordinadora del reciente Informe sobre biodiversidad de la ONU, responde: «Primero, para implementar un montón de cosas que ya sabemos hacer, que ya están en las legislaciones, pero que simplemente no se implementan. Y hay que ir mucho más allá, tratando de cambiar profundamente la forma en que producimos y consumimos, la forma en que disponemos de lo que no usamos más, la manera de distribuir los costes y beneficios del uso de la naturaleza entre diferentes actores sociales, entre diferentes países y entre nosotros y las próximas generaciones. Es importante que, cuando se consume algún producto, se pague el precio real. Muchos productos se consumen masivamente porque son artificialmente baratos, (...) la equidad entre los beneficios y los costes de la naturaleza es básica para cambiar la manera de hacer las cosas. No será fácil».
Ante estas palabras podemos mirar hacia otro lado y ir haciendo, pensar que desde nuestro pequeño mundo no podemos hacer nada, pensar que se exagera y que, llegado el caso, la tecnología omnipotente ya se ocupará de solucionar el problema. Pero como individuos humanos somos parte intrínseca del problema, y por ello, y gracias a ello, también somos parte de la solución. Es nuestra responsabilidad, nos va el mundo que dejaremos a los que han de venir detrás nuestro. Es cierto que hay un volumen ingente de información y contrainformación que nos dispersa, y que el día a día nos absorbe y agota, también es cierto que estas son unas fantásticas excusas, pero de nada sirve poner las luces de carretera cuando la niebla cubre el camino.
Hay diferentes maneras de enfocar este cambio que ha de transformar la realidad. En primer lugar hemos de tomar conciencia de la dimensión del problema. Informarnos, estar atentos, hablar. Si el mundo se construye con palabras, determinaremos el mundo con las palabras -temàtiques, relatos, intereses- que libremente elegimos utilizar. Pensar en global, actuar localmente, ésta debe ser la máxima.
Hacernos nuestros, participando y haciendo difusión, movimientos como Extinction Rebellion, (3) Ecover (4) y Voice for the Planet. (5) simpatiza con actitudes como la de la joven activista Greta Thunberg, (6) entre muchos otros ejemplos. Es importante que, individualmente, asumimos este compromiso. Es hora de actuar. Como en una colonia de hormigas, coordinarse en la misma dirección, con el mismo objetivo.
Es necesario que aprendamos a funcionar bajo unos nuevos hábitos, que cambiamos nuestra manera de consumir y de relacionarnos con el entorno. En este sentido, puede ser de ayuda, entre muchos otros, libros como De la cuna a la cuna. Rediseñando la forma en que hacemos las cosas, (7) Menos es más. Introducción a la filosofía del decrecimiento (8) o Residuo Cero en casa. Guía doméstica para simplificar nuestra vida, (9) donde se explican las 5 erres del residuo cero: rechazar, reducir, reutilizar, reciclar y devolver. Un apartado que merece especial atención es el uso, y abuso, del plástico. Recomendamos el dossier realizado por el diario Ara donde se expone una visión global y alternativas de consumo. (10) Imprescindibles son, también, los 14 consejos básicos que propone Greenpeace. (11) A nivel global, Plastic Bank (12) y The Ocean cleanup (13) son grandes iniciativas para evitar la destrucción del ecosistema marino a causa de este residuo.
Es necesario que cambiemos la forma en que nos relacionamos con el medio; buscar alternativas de vida, repensar valores y prioridades. La permacultura (14), un conjunto de prácticas y de maneras de pensar para crear una producción agrícola sostenible, es un sistema de principios que conviene tener muy en cuenta. Hay propuestas muy interesantes que ya están en marcha, como las Transition Towns, (15) un movimiento de comunidades que se reúnen para imaginar y reconstruir nuestro mundo a través de un proceso de creación de una cultura humana saludable. No se pierdan su guía, disponible en diferentes idiomas. (16) Un cambio profundo pasa por implicarnos, también, en la educación de las futuras generaciones, propuestas como la revista Pantera (17) y los diferentes programas de sensibilización y actuación que se están llevando a cabo en escuelas de ámbito gerundense (18) son una buena prueba.
Por último, tomando el ejemplo del parlamento británico, (19) debemos exigir a nuestros gobiernos que apliquen políticas realistas y efectivas que estén a la altura de las preocupantes circunstancias. Hay mucho trabajo por hacer, a diferentes niveles. Queda poco tiempo, todavía está a nuestro alcance; debemos asumir íntimamente que la creación de otro mundo -de otra realidad-, es inevitable si queremos sobrevivir como especie. El destino nos pone a prueba, el futuro no espera. //