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ADÉNTRATE EN EL ARTE Y LA CULTURA DEL EMPORDÀ A TRAVÉS DE SUS PERSONAJES

Ruta del vino

CARÁCTER DO EMPORDÀ
Por Emma Aixalà

Distintos como la tierra, los viñedos y las variedades que trabajan pero con la misma pasión por hacer vino. Así son los hombres y mujeres de la Denominación de Origen Empordà.

Nos fijamos en la silueta de la botella, en el diseño de la etiqueta, en los matices del color, en el tapón que lo ha protegido, y cuando por fin ya está en la copa, cerramos los ojos y nos dejamos conquistar por una ola de aromas y sabores. Este trago de felicidad es mucho más que uva: es tierra, es mar, es agua, es sol, es el viento que despeina los viñedos y seca las manos de las personas que los cuidan. Hombres y mujeres cuya dedicación y compromiso se mantiene firme por más que sople la tramontana. Hombres y mujeres defensoras de las viñas viejas, que presumen de garnachas y cariñenas blancas, rojas y tintas. Hombres y mujeres de edades y procedencias diferentes, separadas por kilómetros pero unidas en el afán de acercar la cultura del vino a los visitantes: lo demuestran los proyectos enoturísticos de primer nivel que de un tiempo a esta parte van desarrollando. Una ingente tarea, la suya, llevada a cabo bajo el paraguas de la Denominación de Origen Empordà. Embarcados en el mercante de su logotipo, os invitamos a hacer una pequeña cata emocional.

CLOS D'AGON. Estamos en Calonge, en el espacio natural de las Gavarres, no muy lejos del mar. Hace 500 años ya se hacía vino, lo dicen en estas bodegas impulsadas por un matrimonio francés a finales de los 80 y relanzadas tiempo después por un grupo de amigos suizos. Alrededor de Mas Gil, el equipo que lidera Miguel Coronado elabora vinos singulares que hablan de respeto, excelencia y paisaje.

OLIVEDA. Están tan arraigados en la falda de la Albera como el dolmen que protege sus fincas de Capmany, Rabós y Vilamaniscle. Nos referimos a las tres generaciones de la familia Oliveda dedicadas en cuerpo y alma a la viña. Así les gusta resumir su contribución a la tierra, el paisaje y la cultura del vino que, desde hace un puñado de año, dirige Alfonso Freixa Oliveda.

MAS VIDA. Esta de Cistella es la única bodega del conjunto de municipios del Alt Empordà que se conoce como Garrotxes d'Empordà. Mas Vida toma el nombre de la pequeña ermita que tiene cerca, la Virgen de Vida, pero quien realmente se la da toda son Maribel Riera y Adriana Fernández. Madre e hija hacen vino y aceite ecológicos siguiendo los criterios de la agricultura sostenible y regenerativa.

SOTA ELS ÀNGELS. Buscando el sol dejaron Inglaterra y abrazaron a Cruïlles. Justo debajo de la colina de los Ángeles, rodeados de bosque mediterráneo, Maria Jesús y Guy emprendieron una aventura biodinámica que avanza siguiendo el calendario lunar porque su sueño, al margen de conseguir vinos divinos, son vivir de y en profunda relación con la naturaleza .

LA VINYETA. Ovejas, gallinas y un mini de color azul integrado en el paisaje ven crecer los viñedos de esta bodega que inició su camino hace 20 años, cuando Marta Pedra y Josep Serra compraron dos fincas de garnacha de 50 y 80 años en Mollet de Peralada. Eran estudiantes de ingeniería agrónoma y empezaban así una aportación en el mundo del vino que se ha convertido en un seductor proyecto enoturístico líder en el Empordà y premiado en varias ocasiones.

ROIG PARALS. Cuentan que, a finales del siglo XIX, el bisabuelo Quim volvió al Empordà procedente de la Catalunya Nord para replantar garnachas allí donde la filoxera había hecho estragos. Ahora son viñas viejas, de ramas secas y retorcidas que bailan con el paso del tiempo y con Santi Roig y Mariona Parals. Bienvenido sea el relevo generacional.

CELLER D'EN MARC. Empordà también cautivó a Nut y a Marc. Y no hace mucho: hace siete de la primera vendimia a mano y seis de su primer vino. Esta pareja belga se instaló en una preciosa masía del siglo XIV en Bell-lloc, en Palamós, y plantó viñedos en las fincas que le rodean y que llevan los nombres de sus hijas. No puede haber más amor.

MAS MARÈS, ESPELT VITICULTORS. El pasado invierno leíamos este post en su Instagram: “El Canigó nos mira y nos recuerda que estamos de paso, que el paisaje es el legado más preciado que tenemos”. Anna Espelt y su equipo cuidan mucho este tesoro de tierras que trabajan dentro del Parque Natural del Cap de Creus convertido en un mosaico ecológico de viñedos, corchos, pastos y jaras.

MAS ESTELA. También dentro del parque, en la sierra de Rodes, el milenario Mas Estela sigue sumando años. Actualmente, Núria Dalmau y Dídac y Josep Soto cuidan de este singular paraíso de calma y vino que tomó el camino de la agricultura biológica, primero, y el de la biodinámica, después.

CELLER MARTÍ FABRA. Bajo la masía Carreras hay una bodega rebosante de botas que custodian, silenciosas, un vino que busca la excelencia. Hace siglos que la misma familia trabaja la viña y el vino en Sant Climent Sescebes, siglos que dejan un legado de esfuerzo, trabajo, respeto y, por encima de todo, de pasión por el Empordà.

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