Plàcida Vidal, remeiera o sanadora, lleva decenas de años viviendo en Vilarnadal. Tanto ella como su marido, oriundos de la zona de Camprodon, “bajaron de montaña” buscando otro tipo de vida. De familia de payeses, con sus vacas, huertos y pastos, utilizaban desde siempre plantas y frutos de la naturaleza para remediar los males de humanos y animales.
Plácida contenía en su memoria la sabiduría heredada, y fue a raíz de un accidente, que le impidió seguir trabajando en la granja, cuando se dedicó de pleno al oficio de remeiera: seleccionar, recoger y elaborar remedios naturales con plantas.
Sus conocimientos, tanto de las hierbas ampurdanesas como de las de montaña son casi infinitos, y su generosidad y apertura de mente hace que los comparta con todo el que se interese por ello. No obstante, dice que hay mucha gente que no cree en estas cosas, ni los de su pueblo. Pero ella sigue investigando y compartiendo conocimientos con otros remeiers de la zona, con los que se reúne ocasionalmente.
También, en el local social del pueblo, organiza charlas y talleres con la gente que desea conocer la variedad de hierbas medicinales y sus propiedades, así como recetas de remedios contra todo tipo de males. Curiosamente, ¡sus dos nietos han estudiado biomedicina y biotecnología! Y a ella le gustaría poder recopilar y transmitir sus conocimientos; desea dejar una herencia al mundo.
Nos recibe en su taller, donde guarda en tarros infinitos hierbas secas, ungüentos, cremas, aceites, y una ratafía, hecha con más de cuarenta hierbas, que nos invita a probar de buena mañana y ¡la verdad es que sienta de maravilla! Luego nos muestra su invernadero, donde además de un pequeño huerto, cultiva variedades de plantas para sus recetas y otras nuevas, ya que se ha enterado de la existencia de una planta que dicen que prolonga la vida hasta más de cien años y que ha llegado de más allá de la India. Es la Jiaogulan, eficaz para eliminar las toxinas del cuerpo. Curiosamente, tiene plantas de tabaco, ya que dice que si se ponen entre las tomateras las protege de las plagas. Ajenjo, para espantar las hormigas…
Y así podríamos seguir, pero queremos descubrir con ella las hierbas in situ, en el campo y en el bosque, por lo que iniciamos uno de los paseos más amenos e instructivos, descubriendo que las flores, plantas, hojas y semillas que hemos visto toda la vida, si paseamos asiduamente por estas tierras, son tesoros que pueden ayudarnos a minimizar pequeños y grandes males.
La tarongina (toronjil), para los nervios; el marduix (mejorana), para el dolor de oído; caléndula, para la circulación, y muchas más cosas. Una hoja de llantén, puesta sobre una herida, actúa como desinfectante y cicatrizante; el hipérico, la verbena y la árnica para el dolor; la ortiga para la memoria; el cardo mariano para el hígado; la estepa blanca, en tisana, para la tos; la bolsa de pastor, que regula la sangre, la farigola (tomillo), desinfectante… Habrá un antes y un después en nuestra manera de observar la naturaleza, conociendo ahora lo que contiene.
La semana que viene asistiremos a un encuentro entre varios conocidos remeiers y remeieres, aprenderemos a hacer una receta, se llenarán nuestras mentes de los conocimientos que los maestros comenten, compartiremos comida, y seguro, la increíble ratafía de Plácida que, amigable y cariñosa, nos ha integrado en su grupo de amigos de las plantas medicinales, del conocimiento de la naturaleza y de los recursos naturales que nos da la tierra.//