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Sobre l'Empordà

El Empordà de Josep Pla: Una tierra para vivirla

Si hay alguien que nos ha enseñado a mirar el Empordà con otros ojos, ese es Josep Pla. Su forma de escribir, clara y directa, es como una charla al fresco, bajo una parra, con una copa de vino blanco en la mano. Gracias a él, esta tierra de mar y montaña, de tramontana y calma, de campesinos y marineros, cobra vida en cada palabra.

El Empordà es un lugar donde la luz lo impregna todo. Los colores son suaves, limpios, como si la tramontana hubiera barrido cualquier impureza. “Es un paisaje que tiene la medida del hombre”, decía Pla, y tenía razón. Aquí nada es excesivo: las montañas no son inaccesibles, la llanura se extiende sin abrumar y el mar se muestra a veces sereno, a veces indomable.

Leer a Pla es casi sentir el olor de los campos recién segados, ver los viñedos resecos en verano y notar la sal del mar en la piel cuando paseas por las calas escondidas de la Costa Brava. Pero, sobre todo, es conocer a su gente: empordaneses de verdad, tercos y libres, con ese punto de ironía y prudencia que solo puede tener quien ha aprendido a vivir entre tierra y agua.

Para Pla, el Empordà no era solo un lugar, sino una forma de ser. Aquí las cosas pequeñas tienen un valor inmenso: un alioli bien hecho, unas anchoas de l’Escala, un arroz a la cazuela preparado con paciencia y buen pescado. La gastronomía no es solo comida; es cultura, es conversación, es compartir.

Pasear por el Empordà con los ojos de Pla es volver a casa, sea cual sea tu origen. Es perderse por pueblos blancos, encontrar una plaza con soportales donde el tiempo parece haberse detenido, sentir la tramontana soplar fuerte y reírte de ella, porque así es esta tierra: intensa, libre y con un carácter inolvidable.

El Empordà de Pla no es solo un paisaje. Es una emoción, un recuerdo, una forma de vivir que, como su literatura, siempre te hace querer volver.

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Fragmentos originales de Josep Pla donde describe el Empordà:

El quadern gris:

“En el Empordà —y probablemente en todas partes— lo pintoresco produce una gran fascinación. En este país, un hombre reconocido como pintoresco por la mayoría puede hacer, literalmente, lo que le venga en gana. Quizás lo pintoresco lleva consigo su propia moral —sensiblemente distinta de la corriente.”

El meu país:

“El viento de garbí y la tramontana son los dos grandes motores atmosféricos del Empordà. El garbí, suave y húmedo, trae la bonanza; la tramontana, seca y fría, es a menudo implacable, pero también limpia el aire y da una transparencia única al paisaje.”

Escrits empordanesos:

“El Empordà es una comarca de contrastes, donde la llanura fértil se extiende hasta encontrar el mar, y las montañas de las Gavarres cierran el horizonte con su silueta suave. Esta tierra ha sido testigo de la historia, desde los griegos y romanos hasta los tiempos modernos.”