En medio del Baix Empordà me encuentro con Tew Bunnag, profesional en el acompañamiento al luto, escritor y profesor de taichí. Tew se mudó al Empordà por amor. Me confiesa que al inicio no quería cambiar su vida en Grecia, pero que el paisaje dulce y abundante de la región ampurdanesa le cautivó. Tew ha nacido en Tailandia, habla ocho idiomas y explica que de las experiencias en el acompañamiento al duelo, de la educación universitaria en Economía en Cambridge y de la práctica del taichí ha aprendido que todo forma parte de un intercambio.
Empezamos la conversación haciendo alusión a la pluralidad de su mirada. Nos acompaña el olor a saúco florido que rodea el jardín, y Tew puntualiza: «Es mi despacho».
¿Cuál es la esencia del taichí, que te ha permitido llevarla a otros ámbitos de conocimiento?
Para mí el taichí es vivir en tu cuerpo de otra forma: abriendo la sensibilidad. En esa disciplina la lentitud es muy importante. Lo que perdemos cuando vamos deprisa es la forma en que hacemos las cosas. Si observamos el recorrido entre un punto A y un punto B, el taichí se encarga de todo lo que ocurre durante los dos puntos. Y nada mental, no apela al intelecto, sino que nos abre a una comprensión sensorial, física y emocional.
El taichí también es conocido como shadow boxing, una danza de sombras. ¿Cómo se relaciona con los procesos de duelo?
Esta práctica se mueve con lo invisible, hace que podamos integrar lo que no se ve —las emociones, la intuición— con lo que se ve: la materia. Por eso te hablo de la coherencia entre el taichí y el acompañamiento a la muerte. Cuando una familia me contacta para realizar un acompañamiento, lo que observo es la falta de herramientas, la falta de medios a la hora de afrontar la pérdida, el vacío. Y por eso comparto herramientas que provienen del taichí, que nos ayudan a entender lo intangible y trabajan desde la sutileza.
Me parece interesante vincular el espacio del cuerpo con el espacio vacío que ocupa un cuerpo.
Exacto, ¿qué es la muerte? Es el fin de lo visible y sensible. ¿Y cómo sigue? Hay algo liberado, y no hablo de creencias ni de religiones, pero hay algo distinto en la materia. Si nos conectamos con esto, con un cambio, también podemos quitarnos el miedo a desaparecer. La muerte es el fin de la realidad tal y como la conocemos.
¿Y cómo influyen estas prácticas físicas y espirituales en tu escritura?
Me gusta escribir sin obsesionarme, dejar que las cosas fluyan. No soy un escritor ambicioso. Tanto en el taoísmo y el budismo como en el taichí llega un momento en el que te das cuenta de que eres un canal. Y no debes hacer un gran esfuerzo. Esto en el taoísmo se llama wu wei: cuando puedes vaciarte lo suficiente para canalizar algo que se materializa a través de ti. Hay momentos en los que nos esforzamos demasiado y nos bloqueamos. En el mundo occidental existe un enfoque muy grande hacia la razón y no se permite dejar espacio a la intuición. Y esto es una lástima para que nos perdamos la sensibilidad, la música, el arte, las palabras que te hacen viajar... y que nos sintonizan con nosotros mismos. Al final, lo que hago es buscar una voz, no la mía, sino una voz que filtra mis experiencias. Entonces, escribir es para mí una forma de compartir, digerir y reflexionar sobre las vivencias.
¿Cómo empezaste a acompañar a personas en el proceso de duelo?
Al principio les acompañaba como profesor de meditación pero desde una perspectiva laica. A partir de 2000 empecé a vivir en Bangkok, porque mi madre tenía Alzheimer y trabajé en un hospicio acompañando a personas que estaban en situaciones terminales. Fue el mayor reto de mi vida. Aprendí a ir más allá de todo lo que sabía y permitirme sentir a la persona con la que estaba y cómo podía acompañarla sin religión, ni creencias, ni frases hechas. Sólo con mi presencia compasiva, con mi humanidad, sin miedo ni juicio.
Acompañar es una vocación
Sí, y sin embargo, es difícil. Acompañar al duelo no es para todos. Pero las ventajas de explorar este terreno son una mejor gestión emocional y aceptación del cambio. Sería genial que la educación pública nos explicara cómo gestionar los procesos de duelo desde que somos pequeños. Porque no se prepara a las personas para vivir, para que se cuiden de sí mismos y de los demás. La ciencia es importante, la razón también, pero enriquecerse personalmente, entender cómo gestionar las emociones o la vejez, la muerte... también es muy importante. El materialismo -que tiene más sentido para mí que hablar de capitalismo- es una visión sesgada, sólo acepta la realidad material. ¿Pero qué haremos si no sabemos celebrar nuestro cuerpo?