Nos ha cautivado con un bestiario precioso que nos mira directamente a los ojos. Hoy lo hace con una conversación en su casa, en un pequeño pueblo del Alt Empordà. La pintora Joana Santamans dice estar en un momento de reflexión, de mirar y remirar, de darse tiempo para sentir qué quiere. Con una melodía de piano y la carcajada de su hija de fondo, confiesa que le llega todo lo que proyecta en el universo.
¿Proyectabas vivir en el Empordà?
Yo tiraba más hacia Montserrat, donde he crecido, pero mi marido es de Palafrugell y el Empordà te atrapa con estos cuidados pueblos y la vida cultural que tiene.
¿Viniste con proyectos o buscando inspiración?
Quería dedicarme al paisaje y soltar la muñeca a pinceladas, desdibujarme, porque los libros "VIDA" me han traído un trabajo increíble. Aquí estoy inmersa en la naturaleza y es fácil tomar fotos y empezar a pintar.
Pintora, ilustradora, artista... ¿Cómo te defines?
El concepto artista es amplio y, más que ilustradora, me siento pintora. La frontera es muy fina: la ilustración siempre se ha adaptado a un texto pero, de un tiempo a esta parte, una generación de ilustradores se ha creado una marca propia con éxito. En ese sentido, me siento ilustradora, pero a partir del momento en que hago series y exposiciones propias, soy pintora.
Dices que estás entrenada para ver las pequeñas cosas de la naturaleza, ¡qué contraste pintarlas grandes!
Con mi padre íbamos de acampada y quizás esa fue la semilla que he cultivado. El gran formato me atrae porque cambia la vibración del espacio y tiene dos niveles de lectura: de lejos puede parecer fotografía y de cerca se aprecia la pincelada.
Pintar es crear presencias. ¿Cuándo sabes que está completa?
Porque sé lo que busco y porque vivo un diálogo con la obra, me habla. También es bonito dejarse sorprender, ¿eh? Solo tienes que escuchar y quizás te desvía del camino y te queda mejor. Por lo general me gusta cuidar los detalles, no dejar nada porque sí. ¡Quizás peco de hacerlo demasiado bien!
¿Eres perfeccionista?
Necesitaba probarme haciendo las cosas así y rescatar el oficio de pintora porque creo que, con el arte contemporáneo, el arte conceptual, se está perdiendo.
Y lo dices tú, que vienes del diseño gráfico…
Sí, nadie me ha enseñado a pintar, y me ha gustado aprender las técnicas del óleo y la acuarela. Cuando dominas el claroscuro, la iluminación y la perspectiva, te permites lo que hacían las vanguardias: desdibujarte y recrearte en la pincelada.
Desaprender para aprender es infinito
¡Es la gracia! Cuando te dedicas profesionalmente a la pintura, el peligro es quedarte en lo que vende. A mí me conocen por los cuadros de animales, me hacen encargos y podría acomodarme, pero dejaría de ser pintora. Una pintora debe ir estirando el hilo e ir más allá.
¿Para buscarte a ti misma?
Me busco a mí, sí, y la obra es un reflejo de esto. Si no, ¿qué he venido a hacer en el mundo del arte? El arte debe ser una búsqueda interior que cada uno exprese a su manera y, en mi caso y tal y como está el mundo, es dando esperanza y comunicando belleza.
Hasta ahora lo has hecho con protagonistas animales de “mirada búdica”...
Ellos siempre están en el presente y enfocados. Ver una vaca rumiante o un gato tomando el sol me inspira porque cuando lo consigues como ser humano eres muy feliz. Pero nos cuesta porque nuestra mente viene perjudicada de serie.
¿Qué sientes cuando las contemplas?
Una mezcla de gozo y triunfo porque he logrado que la imagen imaginada sea real. Me las miro mucho y muchas veces me pregunto cómo las he podido hacer yo. Tengo la impresión de haber sido sólo un canal.
¿Pintas para ti?
Sí, porque quiero verlas y vivir con ellas. También me gusta cuando se marchan con alguien que las quiere.
¿Pintarías personas con esta mirada?
Pintar una persona me inquietaba demasiado, sobre todo por el diálogo que podía establecer, ahora ya no. Algún día pintaré caras de personas, mujeres, madres y bebés, pero todavía no. Ahora me imagino rodeada de paisaje y llevando naturaleza al contexto urbano. Es curativo y necesario. Es recordar quiénes somos y de dónde venimos. Es belleza pura.
Como pintora, ¿la maternidad te ha modificado?
El embarazo, la maternidad y estar pendiente de la niña me ha colocado en otro lugar y canalizo las cosas de otra manera.
¿Pintas diferente?
Antes podía estarme 5 horas seguidas pintando, de día o de noche. Ahora estoy aprendiendo a conectar y desconectar de manera más ágil: pinto de día, en fragmentos de cuarto de hora, de media hora, dos horas máximo, y voy más por trabajo, no dudo tanto.
¿Qué dirección tomarás en los próximos meses?
De momento pinto estos paisajes que no sé dónde me llevarán, estoy experimentando y disfruto. También me apetece pintar cerámica, una colección de libros infantiles y hacer alfombras y telas. Lo mejor es tener ganas de hacer cosas y divertirse, porque si nos aburrimos, pintando o en la vida en general, significa que es necesario hacer un replanteamiento.