Cuando el yoga se convierte en ritual y el kirtan resuena entre ruinas: vuelve Emporiom a Empúries
Por cuarto año consecutivo, el yacimiento grecorromano de Empúries acoge Emporiom, un festival que no es solo una cita con el yoga y la música devocional, sino una invitación a una experiencia de conexión interior. Y puedo decir, tras haber asistido a ediciones anteriores, que es uno de esos eventos que se recuerdan no por el número de personas o actividades, sino por la calidad íntima de lo vivido: esa sensación de paz que permanece en la piel como una brisa suave que te acompaña días después.
Este 2025, Emporiom da un paso más y amplía su formato a dos jornadas, el fin de semana del 14 y 15 de junio. Una evolución natural, dada la creciente búsqueda de una vida más consciente y comunitaria. Este año, el festival presenta una novedad que muchos esperábamos: la participación del prestigioso músico Manu OM y su banda. Su concierto de kirtan —previsto para el sábado al atardecer— promete ser uno de esos momentos que se viven con la piel y con el corazón.
He asistido a varios conciertos entre las murallas griegas de Empúries, y puedo asegurar que ese lugar hace algo con la música. No es solo la acústica o la belleza del paisaje. Es la energía del lugar. Cuando suenan los mantras, algo se alinea: las voces, las piedras, los silencios. Y te encuentras cantando con desconocidos como si fueran familia. La música, en este contexto, se convierte en práctica de presencia, en ritual ancestral que atraviesa culturas y siglos.
El festival mantiene su espíritu original: ser un espacio donde cuerpo, mente y alma puedan reencontrarse. Nació en 2022 como un proyecto personal de Thaïs Botinas —yogui, asesora de arte y alma del festival—, y se ha consolidado como una cita imprescindible en el Empordà. Su fuerza reside en el equilibrio entre la calidad humana, la profesionalidad y una profunda sensibilidad hacia el entorno.
Este año, Emporiom cuenta con el apoyo de centros de yoga como 108 Yoga Room, Salada Yoga y Happy Yoga Girona, y con instituciones como el Museo Arqueológico de Cataluña, que abre generosamente las puertas del yacimiento. También colaboran empresas locales como el Hostal Empúries, Empordaigua o el restaurante Bretta, tejiendo una red de alianzas que da sentido al festival.
Un programa, por cierto, que no defrauda. El sábado por la tarde, los asistentes podrán elegir entre varios talleres —desde Kundalini y Vinyasa hasta nutrición o visitas guiadas—, disfrutar de un concierto de música clásica india con Jaume Catà y Sukhdev Mishrà, y finalmente sumergirse en el kirtan de Manu OM. El domingo empieza temprano con una meditación en la playa, seguida de una práctica profunda de yoga, un brunch vegano y local, y una sesión final de Naad Yoga y Gurmat Kirtan en la biblioteca del museo.
Pero si hay algo que hace especial este festival —y que muchas veces no aparece en los titulares— es su compromiso solidario. La mitad de los beneficios se destinan al Wide Children’s Home, un hogar para niños y niñas huérfanos situado a los pies del monte Arunachala, en el sureste de la India. Es un proyecto que Thaïs conoce bien, y que forma parte del alma del festival. Saber que nuestra participación contribuye a mantener esa casa llena de amor, educación y esperanza, da un sentido aún más profundo a la experiencia.
Porque Emporiom no es solo un festival. Es una forma de vivir. Una comunidad que se reúne una vez al año para recordar que el bienestar no es solo personal, sino colectivo. Que cantar, respirar, mirar el mar o tocar la tierra con los pies descalzos puede ser un acto de sanación y de celebración.
Y en Empúries, todo esto se amplifica. Quizá por eso siempre vuelvo. Porque, como dice una amiga que nunca se lo pierde, Emporiom no se explica: se vive. Y lo que se vive, transforma.